El mundo te romperá el corazón de todas las formas inimaginables, te hará llorar, te dejará sin aliento, te hará patalear y gritar. Pasarás por malas rachas y no te apetecerá ver nada ni a nadie. Sentirás que tu mejor compañía en esos momentos es un peluche y tu cama. Cuando crees que nada puede ir a peor, te dan otro palo pero ¿Sabes qué? Nada dura para siempre, ni siquiera lo malo. Llegará un momento en el que toques fondo y de ahí, ya solo podrás ir subiendo. Lo que quiero decir con esto es que la vida no es justa, te dará mucho sufrimiento, te incitará a cometer errores, a caer una y otra vez... pero yo ya sé el truco: No rendirse nunca, pase lo que pase, rendirse nunca estará entre mis opciones. Lo positivo de todos esos males es que siempre se aprende algo, te permite madurar y ganar experiencia para no cometer los mismos errores en otra ocasión. La vida no es tan injusta después de todo. Necesitamos ver lo malo para valorar lo realmente bueno, caer para no volver a tropezar y darte contra la pared para ver más allá. En definitiva, de todo lo malo se puede sacar algo bueno, tarde o temprano nos llega nuestra recompensa. El truco está en pensar siempre en lo positivo de la situación, por minúsculo que sea, y sacar de ahí la fuerza para continuar porque así es la vida, una constante lucha por ser feliz ¿Y sabéis qué? Que siempre, siempre, siempre llega ^^
No hay comentarios:
Publicar un comentario